La importancia del léxico y cómo empleamos el vocabulario que tenemos es mucho mayor de lo que imaginamos. Es muy común escuchar a las personas decir "tengo ansiedad" o "tengo depresión" para referirse al estado de ánimo que presentan en el momento que hablan.
El origen acerca del porqué se ha abusado de estos términos para describirse alguien a sí mismo/a es incierto pero parece derivar del intento de utilizar la terminología propia de colectivos sanitarios, especialmente aquellos relacionados con la salud mental.
El problema, no obstante, está en que decir "tengo ansiedad" o "tengo depresión" hace que se obvien cuestiones importantes y que no suelen saberse gestionar: la experiencia de sentir tus emociones y la consciencia de la amalgama de emociones que se ocultaban frente a ti.
La expresión de emociones o estados en términos de posesión nos cierra la puerta a la curiosidad acerca de qué estamos sintiendo y cómo ha aparecido esa emoción en nuestro cuerpo. "Tengo depresión" puede ser útil si el objetivo es comprar medicamentos antidepresivos pero es limitante si no se explora a qué se refiere la persona con esa frase.
Imaginemos que te ha dejado tu pareja o ha fallecido algún ser querido cercano. Las sensaciones y emociones serían de enorme tristeza o de duelo ante tal pérdida. Aquí sería acertado decir "me siento muy triste", "me siento abatido/a" o "siento una enorme confusión y dolor por la pérdida" y proporciona muchísima más información que la etiqueta autodiagnóstica de "tengo depresión".
Del mismo modo, "tengo ansiedad" es una frase recurrente en las personas que experimentan sintomatología ansiosa. Si tienes que realizar un acto frente a un público expectante y experimentado, las sensaciones de nerviosismo y la cascada de pensamientos acerca de cómo será tu próxima ejecución es normal.
En este caso, "tengo ansiedad" parece que tiene por objeto satisfacer una profecía autocumplida (imaginada) de que no se podrá realizar X actividad porque "eso" aparecerá y frustrará todo intento de que me salga bien la actividad X. Sin embargo, tener consciencia de tales sensaciones y nombrarlas proporciona muchísima más información y fomenta un cambio mayor (si se trabaja en psicoterapia) que recurrir a la muletilla de "tengo ansiedad".
Entonces, ¿cómo trabajar en esto que te pasa?
En terapia trataremos de nombrar aquello que te sucede y profundizar más allá de las etiquetas de "ansiedad" o "depresión" que puedas tener encima. Al nombrar las sensaciones, pensamientos y emociones que estás experimentando, formarás automáticamente una relación distinta contigo y tu entorno. Aquello que nombras, existe (y, por ende, aquello que no nombras, no existe).
Así, desde el conocimiento adquirido acerca de estas experiencias que te permitirás sentir y con el trabajo que podamos realizar en sesión y fuera de ella, adquirirás un nuevo control de tu realidad y recuperarás el bienestar perdido.
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