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artículos de lectura rápida sobre distintas temáticas de psicología

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  • GUSTAVO TORRES FERNÁNDEZ
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 16 ago 2023

No se puede explicar la ansiedad sin explicar la curva de la ansiedad (o sí, pero la explicación es menos impactante y más difícil de comprender que con una gráfica como la siguiente).


La ansiedad es una respuesta de activación que históricamente hemos tenido y que se produce cuando percibimos que hay una situación que entraña peligro, sea este real o imaginado. Es decir, las primeras personas poblando la Tierra ya sentían ansiedad al enfrentarse a un peligro real como podía ser salir a cazar o defender su territorio de ataques de otros clanes o al imaginar un peligro cuando algo producía un ruido o se movía extrañamente. ¿Ese ruido es un animal u otra persona queriendo atacarme?


Como vemos en la gráfica de la curva de la ansiedad, esta activación, que se produce muy rápido, tiene un claro objetivo: poner a salvo tu vida. Cuanto antes tengas energía para poder huir o luchar, antes podrás escapar o afrontar la pelea con garantías. Tiene sentido, ¿no? Difícilmente podrías escapar o luchar contra un tigre de dientes de sable si tu cuerpo está en modo reposo.


Curva de la ansiedad
Curva de la ansiedad

Lamentablemente, toda esta activación que genera un torrente de neurotransmisores disparándose y preparando tu cuerpo para cualquier acontecimiento desaparece muy lentamente. Es decir, si bien nuestro cuerpo sale inmediatamente con todo a la batalla, tarda más en recoger sus bártulos y volver al estado de reposo inicial.



Aquí se encuentra justamente el meollo de la cuestión.


Muchas personas tienen miedo (factor cognitivo) de que su ansiedad se mantenga en niveles máximos o tienen emociones desagradables (factor emocional) con las sensaciones físicas que el cuerpo ha suscitado. Entonces, cuando estas personas están en el punto álgido de la curva de la ansiedad, hacen algo para forzar una bajada de su ansiedad y evitar ese miedo o esas sensaciones desagradables.


Esta tendencia a buscar una manera de reducir nuestro malestar lo más rápidamente posible sin esperar que naturalmente vuelva nuestro cuerpo al estado de reposo inicial, se denomina refuerzo negativo. O, en otras palabras, mediante esta forma conseguimos un alivio a corto plazo porque nos deshacemos de aquellas señales de malestar desagradables.


¿Y qué ocurre al forzar la bajada de la curva en lugar de dejar que naturalmente vuelva el cuerpo a su nivel basal?


Nuestra ansiedad crece bruscamente a medida que la situación avanza, hasta que llega a un punto máximo y después va decreciendo lentamente hasta que llegamos a nuestro estado anterior, es decir, hasta que volvemos a estar más tranquilos o tranquilas.


Curva de la ansiedad con escape
Curva de la Ansiedad con escape

Cuando forzamos esa bajada de nuestra ansiedad lo que ocurre es que nos sentimos mejor porque ya no tenemos las sensaciones o pensamientos desagradables. Sin embargo, también ocurre que estamos mandando una señal a nuestro cerebro de que esas mismas señales son peligrosas ¿Por qué íbamos a escapar sino?


Así que lo que a corto plazo parece beneficioso para nuestra salud mental (huir), puede convertirse a medio-largo plazo justamente en el mantenimiento del problema de tu ansiedad. Tu cerebro ya no atribuye la particularidad de "peligro" al estímulo externo, sino que también aprende y atribuye esta particularidad al pensamiento acerca de ese estímulo y a las sensaciones físicas que tu cuerpo desarrolla.


Si has entendido todo lo escrito hasta el momento, estarás pensando que no queda otra que enfrentarse a las situaciones que tememos. Sí, es correcto. Si pudiéramos permitimos convivir con el malestar de nuestra ansiedad, observaremos que se producirá una habituación y se reducirá este como por arte de magia (es muy guay decir que es por arte de magia pero realmente es porque has reaprendido que los estímulos no son peligrosos).


Con la terapia psicológica cognitivo-conductual aprenderás a identificar tus pensamientos, sensaciones y conductas de escape ante situaciones que consideras ansiógenas y te causan dolor o preocupación. Después, se trabajará de manera segura tu preparación para afrontar estos miedos óptimamente.



¿Quieres solucionar tus problemas de ansiedad?



  • GUSTAVO TORRES FERNÁNDEZ
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 21 ago 2023

Se podría decir que un evento traumático es aquel que causa daño físico, psicológico o emocional a una persona. No obstante (y esto es importante), no todo evento que cause daño físico, psicológico o emocional deriva en un trauma. La diferencia radica en la experiencia interna que pueda tener esa persona respecto a la situación vivida.


Esta cuestión pone la mirada en la experiencia subjetiva más que en la situación en sí, considerando un evento traumático aquel en el que la persona ha tenido que experimentar una amenaza a su integridad física con una magnitud tal que teme por su propia vida.

trauma psicología accidente

Ejemplos de ello son:

-sobrevivir a una enfermedad, sobre todo si es potencialmente mortal o hay una pérdida/amputación de una parte del cuerpo.


-sobrevivir a un accidente, bien porque lo has visto desde lejos o bien porque te afectaba a ti pero has salvado la vida.


-sobrevivir a un ataque terrorista


-sobrevivir a una guerra


-sobrevivir a desastres naturales (terremotos, tsunamis, tornados, etc)


-sobrevivir a agresiones físicas puntuales o continuadas tales como violaciones.


-sobrevivir a agresiones físicas y/o psicológicas en el núcleo familiar. -violencia de género o violencia intrafamiliar.


trauma psicología desastre

La reacción o respuesta a cada una de las anteriores puede ser muy variada. El desajuste provocado por la situación experimentada es enorme y nuestra cabeza trata de asimilarlo como puede. En el primer instante, nuestra cabeza puede entrar en modo "shock" y podemos incluso actuar desde un modo del que no somos conscientes.


Por ejemplo:

(te dice una voz "Tiene que acompañarnos al hospital". En ese momento ves que es un médico junto a una ambulancia) -¿Me oye? Ha inhalado humo y debería venir al hospital...

-¿Qué hago aquí?

-Su edificio estaba en llamas y ha salido corriendo por la puerta mientras entrábamos -¿¡Que he salido corriendo de un edificio en llamas!?

Sí, en un estado disociativo somos capaces de cosas así. De no saber qué ha sucedido porque nuestro cerebro parece desconectarse y guiarse únicamente por un instinto de supervivencia. Después, como si nuestro cerebro supiera que la situación traumática ya ha pasado, comenzamos a tener recuerdos de aquello que vivimos porque nuestra cabeza, ahora sí, quiere asimilar ese momento.


Podría ocurrir que, tras unos días o semanas en un estado de extrañeza por lo vivido, volviésemos a nuestro día a día sin más y esos recuerdos no nos turbasen. Esto redunda en lo anteriormente manifestado que la experiencia subjetiva, más que la situación en sí, es el factor a tener en cuenta.


Sin embargo, también podría darse la situación de que esa especie de pequeños flashes que nos sumergen de nuevo en esa experiencia terrible nos desborden. Ejemplos de lo que puede sucedernos tras vivir una situación traumática son:


-flashbacks


-pesadillas


-intentos activos por evitar recordar lo sucedido


-miedo a que se pueda repetir tal suceso


-cambios bruscos de humor, irritabilidad o hipervigilancia


-dificultad en la concentración y en el sueño


-dolores físicos (¿somatización?) tales como dolor de cabeza, cuello, estómago...



¿Qué hacer si hemos experimentado un acontecimiento traumático?


Como hemos incidido anteriormente, cada cual vive los sucesos de una manera distinta. Así que puede ser que lo que hayas tenido que experimentar pueda incorporarse en tu experiencia vital sin que tengas un "trauma" por lo vivido.


Sin embargo, si te das cuenta de que estás comenzando a evitar actividades, aislarte, tener cambios bruscos de humor o culpabilizarte con pensamientos recurrentes acerca de lo que ocurrió, es aconsejable que busques atención psicológica.


El objetivo terapéutico será que recuperes tu estabilidad emocional y des con la manera de manejar el estrés e impacto emocional del evento traumático que viviste.



¿Quieres hacer terapia y tratar algún trauma vivido?




  • GUSTAVO TORRES FERNÁNDEZ
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 16 ago 2023

Los ataques de pánico son episodios repentinos de un miedo intenso que provoca reacciones físicas exageradas cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Cuando se presenta un ataque de pánico, sientes que estás perdiendo el control, que te está dando un ataque al corazón o, incluso, que te vas a morir. Esto hace que los ataques de pánico pueden provocar mucho miedo a quienes lo padecen.


Por lo general, la incidencia de ataques de pánico en la población es de uno o dos en toda la vida, resolviéndose el ataque de pánico prácticamente al mismo tiempo que se supera una situación estresante. No obstante, dos son los factores de riesgo más comunes para que se manifieste un ataque de pánico:


ataque pánico crisis psicólogo

Por una parte, el consumo de sustancias que activan el sistema nervioso central (café, té, cocaína, etc) suscita la aparición de reacciones fisiológicas exageradas que pueden dar lugar al miedo repentino a que nos suceda algo.


Por otra, que experimentes un acontecimiento muy estresante en tu vida tal como sobrevivir a la muerte o enfermedad de una amistad o familiar, o sobrevivir a un suceso traumático tal como una agresión sexual o accidente es un precipitante de que puedas tener ataques de pánico.


¿Cuándo se dan los ataques de pánico? ¿Cuáles son sus síntomas?


La aparición de los ataques de pánico suele ser de forma súbita, sin advertencia- pudiendo aparecer en cualquier momento y comprendiendo una sintomatología aguda de:

  • Sensación (Pensamientos) de peligro o fatalidad inminente

  • Miedo a perder el control o a la muerte

  • Taquicardia y/o palpitaciones

  • Sudoración en manos o en el resto del cuerpo

  • Temblores o sacudidas

  • Falta de aliento u opresión en la garganta

  • Escalofríos

  • Sofocos o calor

  • Náuseas o pensamiento de que vomitarás

  • Dolor en el pecho o dolor de cabeza

  • Mareos, desmayos o sensación de desvanecimiento

  • Entumecimiento u hormigueo de las extremidades

  • Sentimientos de irrealidad o desconexión de tu cuerpo

dibujo ataque pánico crisis psicólogo

¿Qué hacer para no tener un ataque de pánico?


Es indudable que uno de los peores aspectos de los ataques de pánico es el miedo intenso a que éste se repita. Ese miedo puede ser tan fuerte que tu cabeza te dicta una consigna clara: evita determinadas situaciones en las que podrían ocurrir.


"Muerto el perro, se acabó la rabia". Evita la situación y evitarás la emoción.


El problema es que, aunque nuestra cabeza lo tenga claro, esta solución no solo NO es la adecuada, sino que además hace que empeore tu situación. Cada vez que escapamos o huimos de las sensaciones que nos provocan angustia, tenemos una sensación de alivio (porque dejamos de sentir aquello que era un conato de ataque de pánico) y mandamos inconscientemente un mensaje a nuestro cerebro de que lo anterior debía ser un peligro. En lugar de perderle el miedo a la sensación física aguda que nos aparece, estamos generando más miedo aún a dicha sintomatología aguda.


ataque pánico terapia psicólogo

Así que, contrario a lo que nuestro primer instinto dicta, lo que se debe hacer es tener una relación con las sensaciones fisiológicas de nuestro cuerpo desde un prisma de curiosidad y aceptación, tratando de no rechazar o temer tales sensaciones físicas.


Esto se consigue en terapia por medio de la exploración de tu relación con distintas sensaciones físicas y el acercamiento a estas mediante técnicas variadas tales como la meditación mindfulness o la exposición interoceptiva controlada. De esta manera, cuando tengas interiorizado en tu cuerpo el pensamiento (basado en el juicio y la experiencia) de que las sensaciones físicas que aparezcan no son peligrosas, cesarán tus ataques de pánico.



¿Quieres dejar de tener ataques de pánico?




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